jueves, 9 de julio de 2009

El mar de piedra pómez

En la Puna catamarqueña, a más de 3000 metros de altura, se revela la belleza de una tierra tan fascinante como desconocida. Lagunas con flamencos, vicuñas y volcanes rodean el oasis de El Peñón, punto de partida de esta aventura.

Por Graciela Cutuli / Página/12

Es temprano, muy temprano por la mañana: Hualfin recién se está despertando, con calma catamarqueña, cuando dejamos el hotel Cacique Juan Chelemín rumbo al pueblito de El Peñón. Nuestro destino es la Puna, ese mundo remoto y misterioso donde el tiempo parece suspendido y el paisaje se diría modelado por las manos invisibles de un artista de dimensiones celestiales. Para llegar hasta aquí el trayecto es largo: partimos desde San Fernando del Valle de Catamarca, recorrimos la Quebrada de la Sébila bajo el ojo atento de los cardones, los campos de olivos de Aimogasta –la ruta misma nos lleva a entrar en el norte de La Rioja– y luego tomamos la Ruta 40, a lo largo de 90 kilómetros, hasta llegar a Londres, muy cerca de Belén. Un último tramo de 60 kilómetros nos dejó en Hualfin, donde pasamos la noche organizando este día que comienza auspicioso, con el sol brillante bien alto en un cielo claro y los vehículos 4x4 –los únicos preparados para el terreno que vamos a atravesar, equipados con GPS y teléfonos satelitales– listos para salir. Nuestro guía es Fabrizio Ghilardi, un italiano de Milán que hace algunos años se enamoró de la Puna y hoy organiza viajes por la región, impulsado por la voluntad de abrir turísticamente y en forma responsable un mundo aún en gran parte inaccesible. Gracias a que hace algo más de un año fue asfaltado el camino entre Belén y El Peñón –un trayecto que antes era dificultoso y lento–, bastarán ahora dos horas y media para recorrer este tramo, una ayuda importante en una región de rutas largas y parajes remotos.

Salimos de Hualfin por un camino sinuoso y árido. A nuestra izquierda queda el Bajo de la Alumbrera, rico en oro y cobre, y a la derecha un cordón de cerros que datan del Terciario y encierran numerosos pucarás, testimonio de los pueblos originarios del Noroeste. Como dibujado geométricamente, de un lado del camino se abre un oasis verde de viñedos, mientras del otro dominan las formaciones arcillosas declinadas en todos los tonos del ocre al rojizo, entrecortadas por líneas blancas de ceniza o cal. Hace millones de años, este relieve era una planicie húmeda, que del lado chileno estaba cubierta por el mar: por eso no es raro encontrar restos fósiles de tortugas, peces y mamíferos marinos. Pero todo aquello parece ser sólo fruto de un sueño ante esta ruta que serpentea entre los cerros, algunos cubiertos por capas de arena que a la distancia se confunden con nieve, y casitas de pobladores que viven de sus viñas y sus cabras.

LAGUNA BLANCA Los vehículos del grupo avanzan por la Quebrada de Indalecio –es la RP 34, de ripio–, divisando los primeros cardones, pequeñas casas de adobe y, de vez en cuando, algún burro que espera paciente en medio de la ruta que las camionetas se las ingenien para pasar a un costado. Cuenta Fabrizio que, entre las muchas teorías que intentan explicar los distintos grados de desarrollo de las civilizaciones del Noroeste, algunas creen que la carencia de animales de carga (los indígenas sólo contaban con llamas, que pueden llevar unos 35 kilos, mucho menos que un burro) limitó el transporte de materiales y las posibilidades constructoras de los pueblos aborígenes. Hoy, en cambio, los burros son frecuentes aliados de los pobladores, que pasan siempre saludando tímida pero cortésmente los vehículos de los viajeros en la región.

Mientras tanto, pasamos la Cuesta de Randolfo, distintiva por una enorme duna de arena blanca, tan inesperada como bella, que se encuentra insólitamente a la vuelta de una curva. Estamos a 145 kilómetros de Antofagasta de la Sierra, la “capital” de la Puna catamarqueña: un poco más adelante ingresamos en la Reserva de Laguna Blanca, uno de los sitios Ramsar que protegen los humedales del planeta. A lo lejos, vigila la Puna la cara sur del Volcán Galán, un gigante que supera los 5900 metros de altura, coronado por un cráter de 42 kilómetros, el más grande del mundo. Aquí y allá las vicuñas nos siguen atentamente, encabezadas por los machos de la manada. Ellas, que viven por encima de los 3000 metros, junto a la ausencia definitiva de los cardones que nos acompañaron en el primer tramo y que sólo se encuentran hasta esa altura, indican tan claramente como el altímetro que estamos a unos 3400 metros sobre el nivel del mar. También lo sentimos en la respiración, aunque nos vamos aclimatando de a poco, evitando los movimientos bruscos y absorbiendo la energía que brota del paisaje.

Poco desconfiadas, porque están en una reserva, las vicuñas nos miran acercarse y parecen posar para las fotos, hasta que un solo paso de más las lleva a escapar ágilmente, saltando hasta que sus siluetas se confunden con el color de los cerros. A lo lejos, las aves de la Laguna Blanca –flamencos, patos y guares– se recortan contra el horizonte. Quedarán siempre a la distancia, ya que la humedad del suelo, cubierto de un salitre denso que antiguamente se usaba para hacer jabón y como ingrediente de la mazamorra, impide acercarse. Es este salitre abundante el que, a lo lejos, tiñe de blanco el valle y las aguas de la laguna, distinguiéndola del entorno ocre de la Puna.

Laguna Blanca es conocida en particular por una fiesta anual que los pobladores realizan en noviembre, la Chaka, un encierro no violento de vicuñas que les permite así conseguir el preciado pelo del animal. Vale recordar que la vicuña está protegida: las prendas confeccionadas con su pelo alcanzan precios astronómicos, y no se pueden comprar si no está certificado el origen del animal. Algunas prendas se pueden conseguir en la cooperativa de los pobladores de Laguna Blanca, donde se encuentran ponchos y mantas de vicuña y llama, además de guantes, medias y “peleras”, mantas tejidas usadas generalmente bajo la montura del caballo, pero también como alfombras en las casas. El último alto en Laguna Blanca es para compartir un rato con los pobladores del pequeñísimo caserío situado junto al espejo de agua: mientras escuchamos con curiosidad el precio de una llama –que puede oscilar según edad y tamaño entre 300 y 600 pesos–, probamos el pan casero hecho a la parrilla, elaborado con harina de trigo y grasa de llama, acompañándolo con un té de rica rica, una hierba típica de la Puna, como la muña muña y la pupusa, que se usa precisamente para combatir el “soroche” o mal de la altura.

DUNAS EN EL ALTIPLANO Casi al mediodía, las camionetas de Fabrizio Ghilardi hacen un alto en la Hostería municipal La Pómez, en El Peñón, donde tenemos previsto alojarnos por la noche. Un almuerzo a base de quinoa nos permite recuperar las energías y emprender la expedición hacia el lugar más asombroso y espectacular de la Puna catamarqueña, en las primeras horas de la tarde. Aún es una incógnita: los primeros kilómetros en las afueras del pueblo, un pequeño oasis formado por un puñado de casitas de adobe cercadas de álamos y pequeños corrales, no permiten adivinar lo que nos espera. La primera vista la tenemos después de pasar una vega de pastoreo común y la Loma del Panteón, donde se encuentra el minúsculo cementerio local y, más abajo, una cancha de fútbol (¿qué puede importar la altura de la Puna cuando se trata de la pasión nacional?); bien a lo lejos, una extensa mancha blanca se pierde en el horizonte. Y hacia allá vamos.

Pasada la vega, el paisaje se hace más seco: predomina la paja brava o ichu, el principal alimento de la vicuña, que forma en la lejanía extensos campos amarillos. Pasada una curva, nos detenemos un momento sobre un espléndido mirador junto a una pacheta, uno de los muchos lugares espontáneos de culto que se encuentran en la Puna: simplemente un cúmulo de piedras, donde cada uno que pasa se para un momento para agregar la suya, en un silencioso homenaje a la Pacha Mama. Seguimos camino, y seguimos subiendo: queda al costado un salar muerto, ahogado por la falta de lluvias que le impidió regenerarse, y el suelo se vuelve pura arena, basalto y cuarzo. Hasta aquí llegamos gracias a una huella abierta por Fabrizio, venciendo gracias a la doble tracción las dificultades del desierto. Es la soledad total: a pesar de la altura, unos 3300 metros, el sol quema, y al bajar de los vehículos el suelo se hunde bajo cada pisada, dejando una huella que nos hace sentir a cada paso que herimos la tierra. Frente a nuestros ojos atónitos, inmensas dunas se levantan sobre el desierto, solitarias y blancas, como en un Sahara insólitamente trasladado al Altiplano catamarqueño. Cada huella de nuestros pies parece la primera: es que el viento pronto barrerá las señales de nuestro paso, como borró las anteriores, fundiendo nuevamente el paisaje en el sinfín de ondulaciones arenosas que forma las laderas de las dunas.

MUNDO MINERAL Nuevamente a bordo, seguimos una huella trazada sobre el suelo frágil, navegamos como planeando sobre un auténtico mar de arena y finalmente “entramos en otro mundo”. Son las palabras de Fabrizio, y parece que se le enciende la mirada detrás los cristales oscuros con que protege sus ojos claros del sol intenso de la Puna. Súbitamente, el paisaje ha cambiado alrededor nuestro: todo lo que abarca nuestra vista es un campo infinito de piedra pómez, una luna en la tierra donde bloques de piedra altos como edificios se suceden hasta perderse en el horizonte. Contra el cielo azul cobalto se dibuja un país de sombras alargadas, donde nos parece caminar hacia el fin del mundo conocido. Hay algo desconcertante, sobrecogedor, en esto que Fabrizio llama “una ciudad de almas” y que se asemeja también a una ciudad de fantasmas, de espectros de color talco, el color de la piedra pómez que alguna vez arrojaron los volcanes de la región desde kilómetros de distancia. En esta inmensidad, los rayos del sol van bajando sobre las formaciones como si jugaran a las escondidas sobre un mar de piedra inmóvil: es que el capricho natural quiso formar ondulaciones naturales por donde caminamos, subiendo y bajando, como si fuéramos rozando olas petrificadas. Donde el suelo es de arena, nuestras huellas quedan marcadas y causan la misma extrañeza que las pisadas del hombre sobre la superficie lunar. En este mundo mineral surcado por finas rajaduras casi geométricas, causadas por la brutal amplitud térmica, sólo hay silencio y casi se podrían oír girar las esferas celestes...

Finalmente, el sol cae, como bajando el telón sobre una visión fugaz de este otro mundo. Con los últimos rayos se impone el frío de la altura, y los colores negro-rojizos de los cerros circundantes se desdibujan hasta fundirse en un solo cordón grisáceo. Ponemos entonces rumbo a El Peñón: es la hora del regreso, el momento crepuscular en que baja la energía, mientras en nuestros sentidos la realidad y la irrealidad del Campo de Piedra Pómez se entremezclan en una sola y flotante sensación de recuerdo, sueño y ensueño.

El guia que se enamoro de la Puna

“Yo estoy totalmente enamorado de esta tierra, que es única en el mundo, no solamente en la Argentina. No hay una tierra, un desierto o un lugar tan ancho, tan bello, con tantos animales, con tanta naturaleza, con gente fantástica, como la Puna argentina, y en particular la región de Antofagasta”, asegura Fabrizio Ghilardi. “La Puna catamarqueña tiene una particularidad: son los volcanes más altos del planeta, que están en la provincia de Catamarca, la zona con mayor densidad de volcanes del mundo. Son unos 250 sólo en torno de El Peñón y Antofagasta. Una de las excursiones principales aquí, y en toda la Argentina, es la que va al Campo de Piedra Pómez, un depósito gigante formado hace millones de años por la erupción de un volcán, con un ancho visible de 25 por 40 kilómetros. Está ubicado a 3200 metros de altura, y tenemos la oportunidad de caminar sobre él, no sólo de acercarnos en 4x4. Un extranjero que va a visitar la Patagonia va a ver el Perito Moreno; aquí, el Perito Moreno es el Campo de Piedra Pómez.”

DATOS UTILES

Se puede llegar a San Fernando del Valle de Catamarca en avión desde Buenos Aires (a partir de $ 780 ida y vuelta). Desde allí se sube a la Puna pasando por Londres, Belén, Hualfin, El Peñón y la cercana Antofagasta de la Sierra.

En Hualfin se puede pasar la noche en el Hotel Cacique Juan Chelemín, que pertenece a la familia Yampa, dueña de una mina de rodocrosita en la región de Capillitas. Tel.: 03835423263/4 - E-mail: rodotur@arnet.com.ar

En El Peñón, la Hostería La Pómez está construida en su totalidad con materiales biotérmicos, con paredes de adobe y piedra, y techo de caña, capaces de atenuar el impacto de las bajas temperaturas. Informes al tel.: 1552548762 - E-mail: jouliquin@hotmail.com - quipu_24@hotmail.com

La altura mínima de estos circuitos son los 3000 metros, y se asciende hasta más de 4000, por lo que resulta imprescindible manejarse en vehículos apropiados (se puede llegar hasta El Peñón en vehículos comunes, pero luego es preciso contratar excursiones y guías experimentados con camionetas 4x4).

Para combatir el mal de la altura y la sequedad extrema del clima es preciso tomar mucha agua, no hacer esfuerzos excesivos y tomar algún té de hierbas de la zona, como la pupusa, que ayudan a aclimatarse mejor.

El ecosistema de la Puna, tanto en Laguna Blanca como en las dunas y el Campo de Piedra Pómez, es extremadamente vulnerable. Si bien Laguna Blanca es una reserva, el resto de los lugares no cuenta con este estatuto oficial de protección, y hace falta la máxima precaución para evitar erosionar un terreno extremadamente frágil.

Para las excursiones por la región es imprescindible llevar ropa de abrigo y zapatos de trekking, además de protector solar, gorros y guantes. Lo ideal es abrigarse al estilo “capas de cebolla”, para adecuar la vestimenta al sol intenso del día o el frío nocturno.

Socompa Expediciones, de Fabrizio Ghilardi, organiza excursiones partiendo de su sede en El Peñón. Tel.: 0387-4169130. E-mail: info@socompa.com. En Internet: www.socompa.com

Suiza: el pueblo de Heidi

El pequeño pueblo de Heididorf revive la historia de Heidi, la niña más famosa de ese lado de los Alpes

MAIENFELD.- Las tardes de verano en este pueblo son soleadas y silenciosas; apenas algunos cencerros y un puñado de pájaros audaces interrumpen la calma que reina sobre la montaña. Los techos de las prolijas casas alpinas toman un rojo más intenso bajo el sol.

Pero este cuadro parece haber sido pintado para nadie. En las calles florecidas no se cruza ni una sola persona caminando. Apenas un par de clientes se toman una cerveza en el bar situado en el discretísimo centro, a metros de la iglesia y la Municipalidad. En la estación, mientras tanto, los trenes llegan con una puntualidad que prueba como bien merecido el renombre de la relojería suiza. Los pasajeros de estos trenes, que aún llevan en sus oídos el eco del retorrománico -Maienfeld está en el límite de la región donde se habla la cuarta lengua suiza-, parecen esfumarse tan pronto como bajan de los vagones, y cuando se pasa por el túnel que cruza las vías para llegar hasta el Swiss Heidi Hotel nuevamente no se ve a nadie en las calles. Una obra en construcción es el único lugar con movimiento, y hasta las vacas que rumian somnolientas en un prado al borde de la calle parecen haber sido puestas a propósito para darle marco a las primeras imágenes de el mundo de Heidi . Pero de pronto, el primer cartel aparece. Y en el hotel, directamente, la imagen de la niña suiza más famosa del mundo se inserta en los cuartos y hasta la mampara de la ducha.

Un mundo de novela

Johanna Spyri, autora de la novela, conocía bien la región que rodea al pueblo y el vecino centro termal de Bad Ragaz. Sin duda todo cambió mucho desde la segunda mitad del siglo XIX: el pueblo creció en tamaño y la autopista que lleva hasta el vecino Principado de Liechtenstein (Vaduz está a unas pocas decenas de kilómetros) no existía.

Pero las vacas en los campos, los viñedos en el valle, las fachadas adornadas de las casas y los senderos que llevan hacia las montañas son los mismos. El paso del tiempo no dejó demasiadas huellas en este rincón de los Alpes, que mantuvo el mismo carácter salvaje y la misma pureza de hace un siglo.

El paso de Spyri por aquí fue una bendición para el pueblo, y la principal razón de que este punto remoto de Suiza se convirtiera en un polo turístico. Arriba del pueblo, un caserío fue expresamente conservado tal como era en torno de 1880... y es hoy el pueblo de Heidi. Como todo lugar turístico de Europa que se precie de tal, los primeros visitantes con los que uno se cruza son japoneses. Y al encontrárselos, siempre entusiastas y con sus cámaras de fotos a cuestas, no se puede sino recordar el famoso personaje animé de las aventuras de Heidi que en los años 80 dio la vuelta al mundo desde Japón y popularizó al personaje en los pocos lugares donde aún no era conocido.

Heididorf, el pueblo de Heidi, es tan pequeño como grande es su fama en Suiza y entre los admiradores de la novela y sus continuaciones. En verdad es apenas un puñado de casas. Además de la necesaria boutique -no se viene hasta aquí sin llevarse un recuerdo- está la casa-museo y algunas más que la rodean; una de ellas habitada por granjeros que conviven en medio de los turistas. ¿Será por provocación o por una especie de confraternidad entre personajes suizos y norteamericanos? Lo cierto es que, delante de esta casa, el granjero colocó todos y cada uno de los siete enanitos tal como aparecen en la Blancanieves de Walt Disney. Es la única nota fuera de lugar en esta reconstrucción perfecta de un anacrónico caserío alpino.

Entre las viviendas se colocaron esculturas, rústicamente talladas en troncos de madera, que representan vacas, cabras o gallos. La casa-museo, en tanto, recrea el modo de vida de Heidi y su abuelo en la novela, la misma de los campesinos en tiempos de Johanna Spyri.

Heidi y Peter comparten silenciosamente una charla de muñecos de cera en una de las habitaciones, mientras el abuelo descansa de un trabajo de carpintería en otra. Una vez dada la vuelta al pueblo, la visita sigue en la montaña, donde un Camino de Aventuras lleva a 12 estaciones que representan 12 momentos emblemáticos del relato. Es un sendero para caminantes acostumbrados a la montaña: además hacen falta varias horas para recorrerlo en su totalidad y bajar luego nuevamente hacia el Heididorf. Hay un desnivel de casi 500 metros entre el poblado de Heidi, que está a 660 metros, y el punto más alto de este recorrido. Entre uno y otro se pasa de los bosques a las praderas de altura donde Heidi y Peter cuidaban sus cabras en verano. Eso no es todo: los amantes de la historia y sus personajes pueden sacarse fotos delante de los múltiples carteles que hacen referencia a la novela en Maienfeld (hasta un bar se llama Heidi und Peter) y se puede peregrinar a la fuente de Heidi, a media hora caminando desde el centro del pueblo.

En el camino es probable que no se vean tampoco lugareños, pero sí nuevamente algunos turistas y por supuesto vacas con sus cencerros, que son las más fervientes defensoras de la atmósfera de cuento que reina aquí. Sólo falta que una niña baje de la montaña cantando el jodel Holadio Heidi, deine Welt sind die Berge ? Todo el resto está, tal como si realmente hubiera existido y no fuera sólo el fruto casi tangible de la imaginación de Spyri.

Por Pierre Dumas

Para LA NACION

DATOS ÚTILES

Dónde alojarse: en Maienfeld, en el Swiss Heidi Hotel. Además de ser el único hotel en la ciudad ofrece una hermosa vista desde las habitaciones. informes, www.swissheidihotel.ch

Qué ver: Heididorf está abierto de mediados de marzo a mediados de noviembre. La entrada cuesta 7 francos suizos para los adultos y 3 para los menores.

Heidi das Musical es la comedia musical sobre Heidi que se realiza cada dos años (la próxima será en 2010) en Wallenstadt, ciudad vecina a orillas del lago de Wallen. Más datos en www.heidimusical.ch

Qué leer: Heidi fue escrita en dos partes, que ahora se conocen como una única novela. Tiempo después de la obra original, Charles Tritten, que había traducido la novela al inglés, escribió dos continuaciones: Heidi y Peter y Los hijos de Heidi, que también tienen versiones en castellano.

Para llevarse: desde el Heididorf, las muñecas que personifican a Heidi no son muy lindas, y es curioso en un país donde los recuerdos son generalmente muy bien hechos. Pero hay otros souvenirs como juguetes y animales de madera, remeras, lápices. Desde la sala del museo se puede mandar postales y cartas con un matasellos especial del Heididorf.

Curiosidades: el nombre de Heidi, que parece tan suizo, no existía antes de la novela. Fue creado por la autora, como una contracción de Adelaida.

Existe otro museo dedicado a Johanna Spyri y su personaje en Hirzel, pueblo natal de la novelista, en las afueras de Zurich. Informes, www.hirzel.ch

En Internet: www.misuiza.com y www.heidiland.com . Sobre el pueblo de Heidi, en www.heididorf.ch

Neuquén: se vino la nieve

La fiesta de apertura de la temporada que se iba a realizar los días 10 y 11 de julio en Villa Pehuenia se postergó hasta nuevo aviso por una cuestión de “responsabilidad social” ante la Gripe A. Sin embargo, el parque de nieve Batea Mahuida está abierto al público, con un buen nivel de nieve. Por su parte Cerro Wayle, el parque de nieve del norte de la provincia, abrió la temporada y sumó un pisanieve que permitirá mejorar la calidad de las pistas. Propone precios accesibles (pase diario para turistas de $48) y un ambiente de recreación familiar. Este año, como en temporadas anteriores, existirán paquetes promocionales de acceso a quienes los deseen: cursos intensivos para residentes, cursos de capacitación docente, descuentos a esquiadores por grupos familiares que se inicien en la práctica de esta actividad deportiva. Más datos en www.wayle.com.

Enoturismo en Neuquén

La Subsecretaria de Turismo del Neuquén, Alicia Lonac, participó del desayuno de trabajo entre bodegas que abren al Turismo en Patagonia. Este desayuno se desarrolló en la Bodega Agrestis de la localidad rionegrina de General Roca.

Asistieron responsables de turismo de diversas bodegas de San Juan, Mendoza, Río Negro y Neuquén, además de operadores turísticos de la región invitados especialmente a este evento que pretende potenciar la Ruta del Vino, Manzanas y Dinosaurios e intercambiar información y experiencias en torno al Proyecto de Fortalecimiento del Enoturismo en la Argentina.

La reunión consistió en un encuentro de trabajo técnico donde se pudieron conocer, establecer planes acción en conjunto y analizar problemáticas, reuniendo a todos aquellos que componen los Caminos del Vino de Argentina.

Ciudad Sagrada de Caral

La ciudad sagrada de Caral, enclavada en el valle de Supe a 184 kilómetros al norte de Lima, fue declarada por la Unesco Patrimonio Cultural de la Humanidad.

La decisión del Comité de Patrimonio Mundial, compuesto por representantes de 21 países, se ha basado en el informe técnico del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS) y reconoce que la Ciudad Sagrada de Caral es la representante más destacada, por su antigüedad, de la civilización peruana y del continente americano (3000 a 1800 a.C.).

Esta ciudad es uno de los 18 asentamientos urbanos que existen en la región y se encuentra en una meseta desierta y árida que domina el valle verdeante del río Supe. Tiene una extensión aproximada de 65 hectáreas y está conformada por una serie de conjuntos arquitectónicos como la Pirámide Mayor, la Pirámide del Anfiteatro y el Sector Residencial de la élite. Su diseño urbano y complejidad arquitectónica evidencian la organización política estatal de esta sociedad.

Caral es considerado uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes de finales del siglo XX. Ruth Shady, jefa del Proyecto Especial Arqueológico Caral-Supe (PEACS) y cabeza de las investigaciones en el complejo desde hace 15 años, asegura que este reconocimiento de la Unesco, basado en el informe técnico del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos), afianza la posición de Perú como uno de los 10 destinos históricos más importantes del mundo.

Esquel, de temporada en La Hoya

El Centro de Actividades de Montaña La Hoya tuvo el sábado 4 de julio su inauguración de la temporada de invierno 2009.

El domingo 5 hubo una importante nevada y está pronosticada la continuidad del fenómeno climático para el resto de la semana. La nieve es de tipo “polvo pisada” en la totalidad de la superficie del cerro La Hoya, con 30 centímetros de nieve acumulada en la base. Recordemos que está en plena vigencia la temporada del producto Nieve-Ballenas, con nuevas conexiones de Aerolíneas Argentinas, San Pablo-Trelew y Buenos Aires-Trelew-Esquel, “reprogramadas para septiembre u octubre para garantizar una mejor conectividad y acciones de negocios”. El secretario de Turismo de Puerto Madryn, Gabriel Percaz, señaló que “apuntamos a potenciarnos mutuamente: invitar a los turistas que lleguen a la costa chubutense a conocer también la Cordillera y, desde Esquel, proponerles también un avistaje de ballenas y un paseo por el valle del Río Chubut”.

jueves, 14 de mayo de 2009

PANAMA / Bocas del Toro


Cerca de la frontera con Costa Rica, la provincia de Bocas del Toro sintetiza lo más bello y exótico de la naturaleza panameña. Manglares, pelícanos y arrecifes de coral, en un archipiélago tan fotogénico como íntimo.

Por Graciela Cutuli (Publicado en Página/12, ww.pagina12.com.ar)



Si hay tantos Caribes como turistas lo visitan, o al menos tantos Caribes como países que comparten sus aguas transparentes y cálidas, el de Bocas del Toro es uno de los más bellos e incontaminados que puedan soñarse en la era del turismo global. Lejos de los grandes resorts, de las playas superpobladas y de las propuestas prefabricadas, este archipiélago compuesto por nueve grandes islas, medio centenar de islotes y unos doscientos manglares está pegado a la frontera con Costa Rica (al que alguna vez perteneció este territorio), y despliega paisajes de auténtica belleza, convertidos en reserva y refugio natural de la fauna marina. La virginidad del lugar no significa, sin embargo, que esté desconectado de Panamá o el resto del mundo: se llega sin problemas por la carretera Interamericana desde Ciudad de Panamá (conectando luego al destino elegido en el archipiélago por taxi acuático) o por avión al aeropuerto de la isla Colón, la mayor de todas. Y si hay una isla Colón, también hay otra llamada Cristóbal... todo en homenaje al navegante genovés, que pasó por aquí en 1502, cuando su cuarto viaje al Nuevo Mundo lo llevó frente a la isla llamada Cayo Solarte, también conocida como Cayo Nancy, y otros puntos del archipiélago.
PIRATAS, COLONOS Y TORTUGAS La riqueza natural de esta parte del Caribe significaba también riqueza económica: no tardaron en descubrirlo los piratas que durante largo tiempo asolaron la región, ni los colonos –anglosajones, alemanes, ingleses, franceses– que se instalaron y comenzaron a desarrollar cultivos y exportaciones. También se establecieron habitantes de Jamaica y otras islas del Caribe, que llegaban con sus esclavos, y desarrollaron importantes intercambios comerciales con los indios locales: esta diversidad y riqueza es hoy uno de los encantos de Bocas del Toro, donde el mestizaje gastronómico, musical y artístico afroantillano es uno de los sellos distintivos de la población y una de las grandes atracciones para el turista. Aquellos intercambios iban de las tortugas al carey y la caoba, sin olvidar las bananas: hasta el día de hoy son importantes las plantaciones de banano, el “oro verde” de América Central, e históricamente una de las principales exportaciones panameñas.
A pesar de su larga historia, turísticamente Bocas del Toro aún es un paraíso al borde de lo intacto. Más allá de la imagen publicitaria de un mar cristalino, la experiencia y el disfrute del viajero en esta porción de la costa caribeña superan el paisaje para abarcar la conexión con la gente, el contacto auténtico con la naturaleza, la apreciación de una historia que se conoce de a poco y a la que no le faltaron contratiempos. Los hoteles, que aquí supieron inclinarse mayormente por la fórmula de bungalows y hostales de baja altura, aprovechando la madera, las hojas de palma, las cortezas de coco y los materiales naturales ponen presencia humana sin distorsionar. El primer día alcanza con un atardecer frente al mar, tal vez acompañado de un vaso de piña colada y de un oído atento para captar los amables modismos regionales, para saber que Bocas del Toro ofrece un nuevo capítulo en la guía de lugares favoritos del viajero atento a los placeres del sol, la playa, el buceo y el avistaje de fauna.
HACIA EL CORAZON DE LAS ISLAS La conexión entre las islas del archipiélago se realiza fácilmente a través de “pangas”, sencillas embarcaciones de madera (o fibra de vidrio, en su versión más moderna) impulsadas a motor. Los timoneles no dudan en contar las curiosidades de ese mar que conocen como la palma de sus manos, en revelar los secretos aprendidos en años de navegación en un mundo tan pequeño en sus dimensiones como grande en riqueza natural. Uno de los atractivos es que el archipiélago, aunque parece sólo un punto en el mapa, ofrece gran diversidad de ambientes naturales: islotes de playas desiertas, arrecifes de coral, manglares y lagos, bosques lluviosos. Sólo hay que tomarse la molestia de elegir cada día cuál será el destino y dejarse llevar hacia el corazón de las islas.
En Colón se encuentra la capital regional, también llamada Bocas del Toro. Según algunas de las varias versiones del nombre, el propio Cristóbal Colón observó en las playas del archipiélago algunos saltos de agua con forma de “bocas de toro” (asociación bastante curiosa, sin duda). Otros lo atribuyen a una roca de la isla de Bastimentos, con forma de toro acostado, o a un cacique local conocido como Boka Toro. Quedará, seguramente, para los misterios de la historia: en todo caso, ningún habitante de las islas parece muy preocupado por certificar los orígenes de su nombre. Diminuta, no por pequeña, Bocas del Toro no pierde encanto: el paseo por las callecitas céntricas, en torno de la Tercera –la avenida principal, donde después del atardecer se dan cita los turistas– tiene el sabor del Caribe auténtico, con su población sobre todo negra y nativa, y las casitas techadas en zinc rojo y negro levantadas sobre pilotes, a orillas del mar. Otras partes son más modernas, pero siempre rodeadas de una vegetación exuberante. Todo aquí parece más sencillo, sin complicaciones, como si fuera posible volver a aquellas primeras impresiones de Cristóbal Colón cuando se detuvo en las islas para reparar sus naves. La gente del lugar, aunque también volcada al turismo, vive del cultivo del banano (aquí tenía sede la poderosa United Fruit Company) y de la pesca: almejas, ostiones, mariscos, los mismos que en las posadas llegan, frescos y tentadores, a los platos de los turistas en busca de sabor local. Es el “estilo bocatoreño” que todos aprecian en Panamá.
PARAISOS DEL CARIBE Pocos minutos de navegación, hacia mar abierto, llevan a Cayo Cisne (Swan’s Key) o la “Isla de los Pájaros”. Reserva y santuario de avifauna, aquí anidan los alcatraces, pelícanos y el vistoso “rabijunco piquirrojo”, de distintivo plumaje blanco y pico naranja. Precisamente para proteger sus nidos no se permite desembarcar en la isla: basta con la aproximación en bote para divisar gran cantidad de aves. También por eso es frecuente ver a los aficionados al birdwatching, con sus prismáticos y las listas donde van anotando todas las especies que pueden ver y reconocer.
Igualmente tradicional en Bocas del Toro es la Bahía de los Delfines, en cuyas aguas tranquilas y rodeadas de manglares se pueden observar fácilmente delfines “pico de botella”, visibles en pocas partes del mundo. Aquí hay además comunidades indígenas abiertas a los visitantes.
Otro lugar imperdible son las islas del Cayo Zapatillas, sobre una plataforma coralina situada en el Parque Nacional Marino Isla Bastimentos. Inútil buscar asociaciones con el calzado... el nombre se debe a una fruta del lugar, la “zapatilla”. Todo lo que la imaginería atribuye al Caribe se encuentra aquí en estado puro: arenas blancas, aguas transparentes, corales coloridos. En la temporada de desove, anidan en las playas del cayo oeste, Zapatillas Menor, tortugas de distintas especies, objeto de interés de científicos de todo el mundo, que también suelen recorrer el lugar para investigar la migración de distintos ejemplares y contribuir a su conservación. En Zapatilla Mayor, entretanto, se levanta el refugio de los guardaparques, dependientes de un organismo nacional de conservación de los recursos naturales. Las excursiones invitan normalmente a pasar todo el día: alcanza una hora de navegación para desembarcar, y luego se puede realizar snorkel o buceo para descubrir los arrecifes y las especies marinas que allí se refugian. Las formaciones más interesantes están a sólo trescientos metros de Zapatilla Mayor, en las bien bautizadas Islas del Coral: no ofrecen mayores dificultades, ya que la profundidad no supera los seis metros, pero permiten ver peces ángel, peces loro, pargos, cangrejos y muchas otras criaturas marinas. Si se logra salir del agua, vale la penar recorrer el sendero interpretativo del bosque, para descubrir los secretos menos visibles de este mundo de vegetación, agua y arena.
El Parque de Bastimentos incluye varios islotes de manglar, donde se puede hacer snorkel, y en algunos sectores se puede visitar la comunidad indígena nativa de guaymí. Por otra parte, es una linda experiencia visitar la isla Bastimentos un lunes: es el día en que se celebra el bluemonday, una fiesta musical con ritmos caribeños, reggae y pop. Los viajeros se suman con gusto a esta tradición, nacida hace muchos años, cuando los pobladores que trabajaban en la cosecha y embalaje de bananas para la United Fruit Company organizaban bailes los lunes por la noche, para compensar que sólo tenían un día de descanso los domingos. Es uno más de los encantos de Bocas del Toro, un archipiélago por descubrir, allí donde Centroamérica comienza la curva que abraza las aguas del Caribe.
DATOS UTILES
Cómo llegar. Por vía aérea, de Buenos Aires a Ciudad de Panamá, hay vuelos a partir de 600 dólares más tasas. Desde allí, los vuelos hasta la Isla Colón duran alrededor de una hora y rondan los 100 dólares. También es posible alquilar un auto y recorrer por la carretera Interamericana los 400 kilómetros que separan la capital panameña de Gualaca (provincia de Chiriquí), para seguir luego 90 kilómetros más hasta Almirante, de donde salen las lanchas hacia Isla Colón (también se puede tomar un ferry en Chiriquí, con auto incluido, para desembarcar en Colón).
Dónde alojarse. Aunque la oferta hotelera creció notablemente en los últimos años de la mano del turismo, aún conviene elegir los hospedajes más naturales. Se consiguen habitaciones dobles desde 30/40 dólares la noche.

Noche de los museos en Tucumán

Una vez más, la historia recobrará vida durante las frescas noches otoñales tucumanas porque el sábado 16 de mayo la provincia se incorporará al conjunto de ciudades europeas y latinoamericanas que anualmente reeditan el evento conocido como “La Noche de Los Museos” apuntando principalmente a la participación de jóvenes y estableciendo un diálogo entre las nuevas generaciones y la cultura heredada.
El objetivo primordial de esta muestra es preservar y valorizar nuestro patrimonio cultural a partir de una apertura diferente de los espacios clásicos. “Este evento se realiza para poder ofrecer una noche de sábado diferente donde todo nuestro acerbo histórico y cultural se ponga a disposición del público y puedan a vivir a pleno esa Tucumán que tiene tanto para contarle a quien la recorre”, dijo Bernardo Racedo Aragón, presidente del Ente Tucumán Turismo, organismo que auspicia el evento.
Además de los museos de la capital, se adhirieron a esta edición el Museo Ferroviario Tafí Viejo, el Museo Arqueológico Los Sarmientos y la Dirección de Cultura de Yerba Buena. Se ha dispuesto de ómnibus para trasladar al público que quiera efectuar las visitas guiadas por los museos periféricos que estarán ubicados en la vereda del EATT y partirán 18.45hs.

Rally de Automóviles Clásicos “Camino del Sol”

Con la participación del Secretario de Estado de Turismo, Cultura y MedioAmbiente de la Provincia de San Juan, el Sr. Dante Elizondo; el Secretariode Turismo de la Provincia de La Rioja, el Sr. Álvaro del Pino; y elPresidente del Club de Automóviles Clásicos de la República Argentina, elSr. Alec Daly, se presentó en la sede del club la primera edición del RallyInternacional La Rioja San Juan “Camino del Sol”, que se llevará a caboentre el 21 y el 24 de mayo próximo, y del cual participarán aproximadamente40 automóviles clásicos en perfecto funcionamiento de hasta 85 años deantigüedad.Este importante evento deportivo, cultural y turístico, que se abre camino alos más imponentes paisajes de estas provincias de Cuyo, está organizado porel Club de Automóviles Clásicos de la República Argentina y avalado por lasSecretarías de Turismo de las Provincias de La Rioja y San Juan, con elpatrocinio la Secretaría de Turismo de la Nación.El Rally “Camino del Sol” conjuga una desafiante prueba automovilística conun inigualable recorrido cultural por la región cuyana. Estas dos provinciasinvitan a ser descubiertas de la mejor manera, al volante de un clásico,viviendo una aventura entre hitos naturales como el Parque NacionalTalampaya, en La Rioja y el Parque Provincial Ischigualasto o Valle de laLuna, en San Juan – ambos declarados Patrimonio de la Humanidad por laUNESCO.El circuito atravesará parte de la mítica ruta 40, por caminos rodeados deespectaculares paisajes, coloridos valles y sabores típicos; y sobre todopor la hospitalidad y calidez de su gente que prometen una experienciainolvidable. Durante el recorrido, de la que tomaran parte 40 equiposprovenientes de distintos puntos del país, se visitarán diferentes lugaresde gran valor cultural e histórico, teniendo la oportunidad de apreciar lagastronomía y el arte local en los productos regionales que se confeccionanen la zona.Con el auspicio de Personal, Samsung, Mimo & Co, L´occitane en Provence,Federación Empresaria Hotelera Gastronómica de la República Argentina(FEHGRA) y Bodegas Graffigna en esta edición serán de la partida autos decolección y competición históricos en estado original, perfectofuncionamiento y de categoría internacional.El itinerario del Rally propone una travesía de 915 kilómetros en tresetapas, La Cuesta, Los Parques y Los Vientos recorriendo los más imponentespaisajes que ofrecen las Provincias de la Rioja y San Juan. Durante las tresetapas del Rally los corredores tendrán la oportunidad de realizardonaciones de ropa, calzado y medicamentos a niños de escuelas rurales enTambillo, La Torre, Nro 71 en De Banda Florida de La Provincia de La Rioja yen la Escuela de Educación Especial y Formación Laboral “Alfredo Fortabat”en San Juan.

La nieve de Neuquén se mostrará en Buenos Aires

La Provincia del Neuquén participará de la Expo Nieve 2009, laferia donde se promociona y difunde toda la oferta invernal de laArgentina. En su cuarta edición, se desarrollará desde el sábado 16hasta el lunes 18 de mayo en el Pabellón Ocre de La Rural de Palermo,Buenos Aires, entre las 15 y las 22 horas.
El stand asignado a la Subsecretaría de Turismo y NeuquénTur–organismos dependientes del Ministerio de Desarrollo Territorial- esel número 170. Allí estarán representados las áreas municipales deturismo, el sector privado y organizaciones intermedias de VillaPehuenia, Caviahue, Villa La Angostura, San Martín de los Andes,Neuquén capital y Chos Malal. También asistirá el equipo técnico de laFacultad de Turismo de la Universidad Nacional del Comahue que estárealizando el Plan de Márketing Turístico 2008-2011. Desde Villa Pehuenia viajarán representantes de la secretaríamunicipal de Turismo y del parque de nieve Batea Mahuida. Por Caviahueestará presente el intendente Rigoberto Ramírez, turismo municipal, lacámara de comercio y prestadores privados. Desde Villa La Angosturaasistirá el secretario de Turismo Juan José Fioranelli. Su par de SanMartín de los Andes, Raúl Pont Lezica, irá junto a la asociación dehoteles y el Ente Sanmartinense de Turismo. La municipalidad deNeuquén y el parque de nieve Cerro Wayle también participarán de laferia.
“A través de este espacio se le brinda a los destinos turísticosneuquinos la posibilidad de disponer de un lugar para mostrarse ycontribuir al posicionamiento de los centros de esquí y parques denieve del Neuquén”, dijo la subsecretaria de Turismo Alicia Lonacquien viajará a Buenos Aires para participar de la inauguración de laferia, el próximo sábado.
Los organizadores han previsto instalar una enorme pista deesquí: setenta metros de nieve artificial sobre una estructurarenovada, respecto de 2008, serán el escenario donde 13 de los másreconocidos riders del país desplegarán sus habilidades. Además habráun sector especial, dentro del mismo pabellón, en el que ofrecerán suspropuestas las escuelas de esquí y todos aquellos organismos públicosy privados nacionales, provinciales y municipales ligados a losdestinos de nieve. Espectáculos musicales, desfiles, sorteos a cargode los expositores y otros atractivos, completarán la oferta de laferia argentina de la nieve.
Organizada por La Nación Eventos; La Rural, PredioFerial de Buenos Aires; Ferias Argentinas S.A. y la Cámara Argentinade Centros de Ski y Turismo de Montaña, Expo Nieve se ha consolidadocomo el lugar para planificar las vacaciones en la nieve y encontrartodas las novedades que ofrecen los centros de deportes invernales. Dehecho, los centros de esquí neuquinos Chapelco, Cerro Bayo y Caviahueconfirmaron su participación al igual que los cerros Castor, CatedralAlta Patagonia, Las Leñas, La Hoya y Penitentes.